Conductor

El Director se apostó frente a la orquesta, golpeó el atril y dio la entrada; de los cuerpos de los ejecutantes brotaron energéticas, cálidas y eléctricas melodías. Llevados al éxtasis por la copulación de sus sonidos, casi sin voluntad, los músicos daban paso, de entrada y de salida, a ese chorro de sonidos luminosos que inundaban al teatro, inyectándole vitalidad, por entre las venas, arterias, aparato digestivo y respiratorio, al alma de los escuchas. El conductor, gurù, colonizaba lentamente sus espíritus y no había nadie que evitara esa conflagracion. Estimulaba y los músicos respondían; la música sonaba y el público no dejaba de sonreír, de balar y salivar. Conforme la música avanzaba, los escuchas se mostraban mostraban mas excitados. El administrador-conductor-pastor y sacerdote expiaba a todos de sus culpas. Muy grande era su poder. ¿Quién dijo que el medio no era el fin? El maestro estaba ya convertido en tirano de conciencias. -Basta dominar la voluntad, la información y el ambiente del hombre, para manipular, controlar y condicionar su conciencia: esclavizarlo. He aquí mi nueva Iglesia. -pensaba el conductor, mientras sus manos no dejaban de piruetear. -Música opiácea para sus oídos.- se decía, y luego, cuando finalmente llegaba la parte climática de la obra, casi convulsionando gritaba internamente: "Yo soy, Yo soy, Yo soy…". Repetía una y otra vez, con un monoteísmo sostenido. -Yo soy la proyección de Dios, por mí se da la comunicación más efectiva entre Dios y Uds., simples mortales. Ya no se trata de dominar al cuerpo, sino al alma… Eres un pecador, eres un pecador. Hay un infierno, hay un infierno: Sálvate. Tú, ayuda. Tú, compra. Tú, apoya. Tú, vota… ¿Ves a aquella mujer hermosa? Compra.- El jefe, parecía ordenar con sus dedos. El percusionista sonó la campana. Y a todos se les abrió aún más el apetito (aunque ahí jamás habría ningún bocado). El dirigente estaba seguro de que realizaba a la perfección su trabajo, y aunque no los podía ver, sabía que todos babeaban extasiados y que en sus ojos había lumbreras de deseos. –No me sorprende haberlos puesto en ese estado… me sorprende lo fácil que fue.- se dijo y sonrío. Sabía que los tenía en su poder, que los controlaba con la "buena" finalidad de procurarles placer. -Ellos creen que son libres pero en realidad sólo responden a los estímulos sonoros que producen mis neuronas. -El director se movía, gesticulaba, sonreía, sus ojos brillaban, sus manos revoloteaban libres, en conjunto parecía un títere movido por la música. Finalmente el coro comenzó a cantar: " Trabaja, trabaja, trabaja. No cuestiones, trabaja. Te voy a dar placer, placer y seguridad. Trabaja, trabaja y no te preocupes…" Entonces decidí comenzar a escribir esto.