Hace más de un siglo Zaratustra anunciaba al superhombre. "El hombre es algo que debe ser superado" decía, y hoy, ese algo paralelo al superhombre parece presentarse en el fluir de la gente o de los autos en la ciudad, en un río, el río de la vida misma y la belleza de sus formaciones aleatorias, en un poeta: Giovanni Ríos.
¿Cuáles son los héroes en los albores del siglo XXI? ¿Acaso los deportistas prematuros, los actores sin un papel propio, las estrellas del pop-rnográficas, metrosexuales, narcotraficantes, presidentes borrachos, guerreros que juegan videojuegos, policias corruptos, empresarios ineptos, amas de casa sin casa, obreros desempleados? No, Definitivamente no, porque ya nadie cree en los héroes, porque nadie quiere ser héroe y ofrendarse al otro. Vivimos una época narcisista y por tanto efímera, destinada a carecer de héroes y a desaparecer.
Denuncia oculta de un mundo de aduladores del cuerpo y el alma, de pecadores arrepentidos, de pescadores de pecadores e inocentes, revelación de un cosmos al que no se pertenece, el poeta Giovanni Ríos crea otra realidad, otros universos y a la vez se provoca su propio nacimiento, aclarando que es nacer en él significa entrar al mundo de la ilusión despierto. Giovanni nace al teatro cruel donde el sueño, el progreso y el kitsch son la locura.
Desde su niñez se rebela a los reparadores de almas, profesión innecesaria porque no existen almas que reparar. Constantemente metido en una especie de autismo, en determinados momentos, el poeta afirma cosas, pero se reserva las explicaciones a tales afirmaciones, dejando que el lector lo explique por sí mismo. Más de uno lo tildará de demente.
La humanidad no perdona su propia falta de entendimiento y por eso opta por exiliar a aquellos a los que no entiende. Giovanni, el escritor, es uno de esos seres condenado al exilio; sabe que no sabe nada y que la educación no educa ni enseña, que no se trata de enseñanza, sino de aprendizaje, y el aprendizaje es individual.
La existencia del poeta de trapo es pura música, y al ver él la carencia de música en el mundo, mundo (tiempo y espacio) que no eligió, afirmará que su existencia es un error, porque como ya lo dijo Nietzsche: "Sin música el mundo es un error". Para evitar el error, Ríos se construye a sí mismo, se surce de trapo y opta, una vez terminados sus estudios opta por vagar y vagabundea, pero no es un deambular con el cuerpo, sino con el pensamiento y por eso cambia el discurso de las cosas constantemente. Divaga e incomoda como una disonancia y "blooper" continuo: "Caprichos sintácticos con tácticas de ventrílocuo polifónico" se autodefinirá.
Su "Canto Épico" nos manda en un primer momento a la música, posteriormente a la poesía, palabra cantada, pero la totalidad de su obra nos manda a un tercer espacio, el de la novela ( música de ideas). La narración que nos presenta son sus recuerdos que se amontonan y salen, aparentemente sin ton ni son, y sin embargo hay un momento en que se reconoce que todo el escrito está hecho a conciencia y de lo que probablemente es una primera impresión, la sensación de que el personaje es esquizofrénico, se llega a la conclusión de que Giovanni no está loco, que es el mundo, una gran parte de la humanidad quien está perturbado. El cimiento que sostiene esta afirmación es que las grandes verdades del mundo han estado fundamentadas en una fe ciega en un simple juego de niños y por eso, hasta el momento todo lo que se ha dicho del mundo o de la vida han sido interpretaciones, interpretaciones de las interpretaciones y así ad infinitum como un "Teléfono descompuesto". La historia no se puede expresar, y cuando se expresa se hace de una manera descompuesta.
Se nos ha educado en la idea de que la humanidad está constreñida a un plan, un proyecto que todo mundo lleva a cabo, pero del cual nadie sabe concretamente en que consiste. Hace siglos se pensaba que Dios era el diseñador de ese plan, pero Dios murió y con él su proyecto. No hay plan, se vive en la utopía de la distopía. Una gran parte de la humanidad sigue interpretando su papel, se esmera, se maquilla, actúa y entrega su alma y su corazón a ese proyecto desconocido; El poeta del siglo XXI sugiere que la vida es una obra de teatro en la que se actúa, pero en la cual ya no hay director, ni público y donde la mayoría de los actores no son personajes, sino escenografía.
Una épica como género narrativo y heróico es lo que nos presenta Giovanni. Tenorio del tercer milenio, conquista mujeres (Ágatas, Catrina, Juventina, Jania, Maran, Morgana Sara, Xochitl…), héroe del fin de los tiempos, conquista su propia conciencia, conquista al mundo revelando el truco de la historia, conquista su propios recuerdos y los rehace. Al igual que Odiseo el poeta busca su ciudad, su Utopía, pero a diferencia del Aqueo, el de la Ciudad Giovanni sabe que la búsqueda de su ciudad, además de un pretexto para realizar un viaje, es un pretexto para la disonancia, porque la obra es una disonancia en la literatura y Giovanni una disonancia para los poetas. ¿Épica del absurdo?
En las cinco partes de su historia, con un caudal de imágenes, metáforas e ideas narra su nacimiento, niñez, juventud y confusión; su vagabundeo; la conquista de sus musas, la síncopa, el descubrimiento de las cualidades de su existencia, que alguien juega con su percepción y su dormir, ¿o despertar? Plagado de referencias musicales y literarias (Stravinsky, ¿Mussorgsky?, Smetana Rabelais, Sade, Nietszche, Cervantes) Giovanni Río nos lleva súbitos a contemplar un mundo imposible, multidimencional donde lo racional y lo irracional se mezclan tumultuosos; nos deja circunscritos en su realidad sí irreal, pero más real que nuestra cotidianidad. En el "Canto Épico" de Giovanni Ríos entramos al campo de las paradojas donde el autor es el personaje y el personaje hace al autor; donde la obra es el poeta y el personaje o el escritor, donde el personaje poeta se construye escribe y describe para alguien desconocido, porque como bien se dice en la obra: "Amar es entregarse a un desconocido."