Penélope siente orgullo al saber que Odiseo va a luchar como todo un héroe, sin embargo no querría jamás que en su viaje Odiseo se encuentre con las Sirenas, porque lo seducirán, lo llevarían a la perdición y seguramente ya no regresaría a casa. Pero Odiseo, que además de intépido es sumamente inteligente, va a la guerra. Después de ganar sucede lo inevitable. La historia cuenta que ya de regreso de esa guerra contra los troyanos, antes de pasar por la isla de las Sirenas, Odiseo manda a todos sus hombres a taparse los oídos con cera, a la vez de que también ordena que a él lo aten al mástil, (sin cera en los oídos). De acuerdo con esto Odiseo sería uno de los pocos mortales que han escuchado el canto de las Sirenas y ha vivido para contarlo. No obstante lo que dice el mito, Franz Kafka hace una variación con su relato "El silencio de las Sirenas". En él menciona que hay algo más terrible que el canto de las Sirenas: su silencio, el no canto, la no respuesta. El silencio de las Sirenas es su desprecio por Odiseo. Sin embargo, Odiseo, con su mirada puede hacer creer cualquier cosa a las Sirenas. Se deleita viéndolas lascivamente; inaugura el placer perverso del voyeur y en ese mirar queda preso, no las ve con los ojos de su rostro sino con su pensamiento; borra a las sirenas de la realidad y las convierte en imaginación y en ella todo sucede. Se dice que Ulises era muy inteligente "que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno." Algunos saben que el canto es más hermoso cuando el silencio también es interpretado. Pero, ¿y qué esperan las Sirenas de Odiseo?: Esperan que cante.