El monje que construyó a la ciencia

Algunos talismanes despilfarran lunas, el polvo a niños, los robots a engendros matizados de sirena y él no supo cuándo fue joven, porque huyó a la velocidad de una teoría obsoleta: concluyó ser un dragón monje. Transgredió las aporías y se filtró hasta el peligro de la honestidad para sentir la metafísica y la divagación. Quiso ser escuela. La ciencia le mostró los caminos fulgurantes en el aire y lo deslumbraron. La filosofía también le llegó prestamente y sin explicaciones, por igual la belleza matemática y la diversidad de las metáforas. Habló en metáforas. Dio “enter” y todo el mundo se construyó transparente en un segundo. -Todo es matemáticas, eres un número que precede a otro número. -Escribió y dejó rastros. Finalmente se desdobló. A sus células se las llevaron los números; descubrió que alucinaba.

Respuesta un poco retrazada

A la pregunta hecha en un conclave cristiano en Bizancio que dice: "¿Cuantos ángeles caben en la cabeza de un alfiler?" La respuesta es la siguiente: Exactamente el mismo número de alfileres que caben en la cabeza de un ángel.